Biotiritas para corazones partidos. Eso es lo que acaban de obtener Lisa E. Freed y sus compañeros del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT). Para conseguirlo, los investigadores han creado una malla de celdas, similar a un panal de abejas, que imita casi a la perfección las características estructurales del tejido muscular cardíaco y sirve de soporte para el crecimiento de nuevas células. De esta forma es posible fabricar un parche “vivo” listo para ser implantado en un corazón con daños congénitos o lesionado a causa de un infarto. Y dado que la malla está formada por un polímero biodegradable, puede ser absorbida gradualmente por el organismo hasta dejar solamente el nuevo tejido sano.
No es la única ventaja del nuevo bioparche. Según explica hoy Lisa Freed en la revista Nature Materials, es la primera vez que se consigue que las células cultivadas en el laboratorio se contraigan igual que las del corazón, es decir, en una dirección específica.
Además, Freed ha anunciado que éste avance supone sólo un primer paso para la ingeniería de tejidos. Su objetivo a largo plazo es desarrollar una biblioteca completa de soportes biodegradables que permitan reparar cualquier tejido humano.
No es la única ventaja del nuevo bioparche. Según explica hoy Lisa Freed en la revista Nature Materials, es la primera vez que se consigue que las células cultivadas en el laboratorio se contraigan igual que las del corazón, es decir, en una dirección específica.
Además, Freed ha anunciado que éste avance supone sólo un primer paso para la ingeniería de tejidos. Su objetivo a largo plazo es desarrollar una biblioteca completa de soportes biodegradables que permitan reparar cualquier tejido humano.
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